VIOLENCIA DE GÉNERO: UN ESLABÓN MÁS EN LA CRISIS DEL COVID-19

02/Abr/2020 | Noticia

Estos días que nos vemos sumergidas en una situación de emergencia, nos vamos dando cuenta más que nunca de nuestra vulnerabilidad, percatándonos de que lo que está en riesgo ante esta realidad es nada más y nada menos que: la misma vida.

En este momento de crisis se nos presentan nuevos retos a los que hemos de dar respuestas rápidas, a la vez que la fragilidad de nuestros metabolismos económicos y sociales sale a flote: las economías globalizadas están hiperconectadas por arriba, pero son tremendamente vulnerables a paralizaciones como la que estamos viviendo actualmente. Así que, vemos cómo se produce una caída en forma de dominó, hasta que el más sutil eslabón que enlaza tareas se viene abajo. Y se cae por qué esta cadena no está construida entorno al mantenimiento de las vidas, si no a otras prioridades como son la maximización de beneficio y el crecimiento económico. 

Pero más allá de esto, nos encontramos ante una situación de emergencias múltiples e interconectadas, que ahora aparecen como antagonistas, incluso ignoradas, ante la crisis sanitaria. Todas estas emergencias revelan el gran conflicto de nuestra cultura occidental, capitalista y patriarcal. Sabemos además, que afectan de forma desigual a todas las personas. Hablamos de emergencias, entre otras, como las consecuencias de la violencia machista, los femicidios, punta del iceberg de dinámicas de violencia estructural, los cuales la gran parte de las ocasiones ocurren en los ámbitos “más seguros” donde paradójicamente estamos ahora confinadas, los hogares.

El Estado de Alarma en el que nos encontramos supone una convivencia de veinticuatro horas, los siete días de la semana. Para la mayoría de las personas es una situación estresante y frustrante. Emerge la tristeza, la inseguridad, la incertidumbre, la conciencia de vulnerabilidad, y surgen diferentes formas para afrontarlas y gestionarlas. Vemos nacer prácticas de solidaridad y apoyo mutuo, pero también, y en contraposición, crecer una cultura del miedo, de sanciones, culpabilización, ira y violencia.

Sin embargo, más allá de esta violencia directa, punta del iceberg fácilmente visible, nos volvemos a encontrar de frente con una violencia estructural y simbólica, que sumergida bajo las aguas sostiene todo un sistema de desigualdad y división sexual y jerárquica de roles, en la que nos vemos reflejadas cuando el campo hegemónico de la economía se congela y despeja todas aquellas tareas, feminizadas, que se escondían bajo el. Ahora es cuando nos damos cuenta de que los muros de ladrillos no se sostienen sin cemento: enfermeras, auxiliares de enfermería, trabajadoras y educadoras sociales, amas de casa, limpiadoras, etc. salen a la luz, cuando el cuidado de las vidas toma protagonismo, tanto en el núcleo familiar no remunerado (que atiende a la mayoría de las personas enfermas leves, niños/as, ancianos/as y personas dependientes) como en el mercado remunerado. Y entonces aplaudimos.

Pero contrariamente a las convicciones sociales, las mujeres no estamos hechas de una brisa de amor que nos cae del cielo y nos hace poner nuestras vidas y sueños voluntariamente al servicio ajeno. Estamos hechas de normas, estereotipos y un sistema de sanciones y culpas arraigado al sentido del deber, que, como dice Marcela Lagarde, nos tiene cautivas y cautivadas en nuestros propios cautiverios. Por tanto, no es un trabajo que hacemos por vocación, ni siquiera aptitud. Tanto mujeres como hombres, instituciones, comunidades, etc. tienen la capacidad y obligación de hacerse cargo del cuidado de las personas. Todos/as somos vulnerables e interdependientes.

Está claro que no podemos salir de un pozo sin saber que estamos dentro de él. Ahora más que nunca podemos elegir tomar la parte provechosa de esta crisis, como fuente de cambios y nuevos aprendizajes, polemizar la hegemonía política, económica y cultural, aprovechar para volver a las redes y crear una nueva cultura del tejido, reflejando, como dice Yayo Herrero, a quienes han sido históricamente especialistas en el tejido de vínculos y relaciones: las mujeres. Y tomando ejemplo de quienes los han puesto en valor y han hecho práctica política: los movimientos feministas.

Pinchando en este enlace encontrarás información útil sobre los Recursos en materia de violencia de género en el actual Estado de Alarma.