Somos inconscientes de nuestros privilegios y del poder que tenemos sobre otras personas

08/Feb/2022 | Noticia

Mientras nuevas personas están a punto de empezar la formación y tener la oportunidad de participar en los Campos de Solidaridad que retomamos este verano, pedimos a nuestras antiguas participantes compartir sus experiencias y explicar cómo les transformó a nivel personal y profesional.

En los últimos 10 años, muchas de las personas participantes se han dedicado al trabajo social o la investigación de los temas abordados en la formación, desde el Desarrollo Sostenible a la promoción de los proyectos sociales.

La participación en Curso de formación, este año denominado Rueda de Valores, da opción a la participación en los Campos de Solidaridad que en el pasado tuvieron lugar en Argentina, Perú ,Ecuador, El Salvador entre otros. Este verano 2022, si todo va bien, los Campos se realizarán en Argentina y Perú.

Los Campos de Solidaridad abordan diferentes temáticas, según las necesidades del país o localidad donde se desarrolla, entre ellas el derecho de la tierra, el cuidado del medioambiente y la producción agroecológica, el comercio justo o los derechos laborales de las mujeres.

En Piura, en el norte de Perú una de las cuestiones más importantes son las condiciones de vida de las trabajadoras en el sector agrícola y el desarrollo sostenible. Seis departamentos se encargan del desarrollo regional que les permite a las productoras locales recibir el apoyo logístico, asesoría, exportación y promoción de productos desde 2005. Este año volvemos a ese Campo de Solidaridad junto con la cooperativa agraria Norandino que se dedica al Comercio Justo, producción orgánica y apoyo técnico a productoras. 7000 familias allí producen cacao, café, panela y frutas.

“Me gustó mucho el tema del cooperativismo, en particular ver como las vidas de los socios del Comercio Justo habían mejorado y de hecho tenían mejoras tanto individuales como la posibilidad que tenían sus hijos de estudiar como colectivas con proyectos integrales que tuvieron incidencia en la cooperativa”, dice María Soto, la participante del Campo de Solidaridad en Perú en 2015, ahora educadora ambiental en el Ayuntamiento de Pamplona.

María Soto observa que la experiencia en una alternativa real ayuda entender que se puede hacer cosas desde aquí y que las decisiones aquí tienen influencia directa allí, sobre todo en el tema del consumo. Ella recuerda la importancia de ir actualizándose en la formación a los cambios que van surgiendo, como la emergencia climática, el estado de los recursos naturales o el medioambiente.

En Argentina, en particular, el problema más grave sigue siendo el acaparamiento de tierras por parte de multinacionales y el cultivo de soja que fumigan indiscriminadamente con pesticidas tóxicos. Estas prácticas tienen consecuencias negativas, afectando tanto la biodiversidad de la zona como la salud de las personas que viven próximas a esos campos y obligando a los campesinos a abandonar sus territorios y forzarles a buscarse la vida en otro lugar.

El MOCASE V.C., un movimiento formado por los propios campesinos y campesinas lleva 30 años consecutivos luchando por el derecho de los habitantes indígenas de esos territorios a cultivar y vivir en sus territorios ancestrales, tomando como bandera de lucha la Soberanía Alimentaria y una reforma agraria integral.

“Este Campo de Solidaridad gira en torno al concepto de Soberanía Alimentaria y trata de profundizar y conocer la problemática que existe en la zona. Lo que hicimos en el campo fue conocer el movimiento, convivir con familias y personas que lo forman y conocer todos los proyectos e iniciativas que llevan a cabo”, dice María Ancín, la participante del campo de solidaridad en Argentina MOCASE en 2012 y la investigadora postdoctoral en el Instituto de Agrobiotecnologia en el grupo de Agricultura sostenible y biomonitorización.

María decidió ir a Argentina por su formación en ingeniería agronómica y su interés personal en la lucha por la Soberanía Alimentaria y ecología, también motivada por experiencias previas de otras compañeras. Este campo, en particular, le brindó la oportunidad para investigar a fondo los temas de la Soberanía Alimentaria y feminismo, considerando que la mayor parte de los líderes del movimiento son mujeres carismáticas y empoderadas.

Tras su experiencia, hasta hoy siempre tiene en cuenta y es consciente de la procedencia y cómo han sido producidos los alimentos que compra. A día de hoy es socia de una cooperativa de productos ecológicos y de cercanía, como forma de apostar por el consumo local. “Te das cuenta de que tus actos de consumo aquí tienen consecuencias a nivel global y deberíamos tener cierto nivel de conciencia respecto a eso”, explica la ex-participante.

Banesa Cisneros, en la actualidad trabaja en el ámbito social, en SETEM, fue a la cooperativa Salinerito en Salinas de Guaranda, Ecuador, en 2012. Allí estuvo apoyando en un banco comunitario, dando clases de inglés y trabajando en una quesería. La cooperativa se formó en 1970 en un pueblo productor de sal, empezó con quesos y ahora produce desde chocolates hasta fibra de lana de alpaca del Comercio Justo para los mercados europeos con los objetivos de erradicar la pobreza y minimizar la migración local.

“Me resultó superinteresante conocer una perspectiva de la realidad y de la vida que no me esperaba y de entender por qué funcionan muchas cosas y como no deberían funcionar, conocer otras realidades de primera mano y entender el impacto que hay en otras partes del mundo del consumo que hacemos aquí y del tipo de economía que prevalece”, dice Banesa.

Banesa se vinculó con SETEM para intentar seguir cambiando el sistema en que estamos para que los impactos en otras partes del mundo no seas tan nocivos y buscar un sistema en el que todo el mundo tenga acceso a oportunidades.

“Es importante saber como funciona el resto, todas esas sinergias que suceden alrededor nuestra y de las cuales no vemos ni queremos ver desde el banco en el que estamos, el tipo de energía que consumimos, de donde viene la ropa que llevamos, y como parte del engranaje del planeta deberíamos saber cuál es nuestro papel en él”, recuerda Banesa.

Según las participantes, el curso a veces sirve como trampolín a un futuro trabajo en el ámbito social, pues les ayudó a comprender la complejidad de los procesos sociales, encontrar un espacio para compartir ideas e inquietudes y conocer a gente con los mismos valores.

“Es una oportunidad para conocer a gente que tiene las mismas inquietudes y que puede estar interesada en las mismas cosas que tú. Esto te permite después de ver lo que se ha dado una clase, poder comentarlo, por ejemplo, los temas que no salen en el día a día o que no estamos acostumbradas a hablar¨, dice Itsaso Etxeberria, la participante del curso en 2020.

A Paloma Miquelez, la participante del curso del 2020 y estudiante de sociología en la UPNA, el curso le ayudó a saber más sobre la violencia que se esconde detrás de las industrias de la ropa y las realidades de los países empobrecidos, y a nivel práctico a recibir una beca para promover el voluntariado en la universidad.

Paloma Miquelez, como estudiante, se dejaba llevar con cosas filosóficas sin saber que estaba pasando a su alrededor y quería aterrizar las ideas sobre temas sociales de una manera práctica y ver que lo que estaba estudiando para su carrera tenía sentido. Su participación le permitió tener visión más global del mundo y entender que el cambio empieza por nuestras acciones aquí cada día.

Ahora la estudiante tiene herramientas para empezar a trabajar y poner en práctica cosas que antes no sabía, comprender las razones de las injusticias y el proceso de transformación al nivel local.

“Al nivel de relaciones humanas, te ayuda a ver las cosas con otra perspectiva, ser más consciente de cuál es tu posición en el mundo, generar más empatía a otras personas. Sobre todo, me ayudó a dar me cuenta que somos inconscientes de nuestros privilegios y del poder que tenemos sobre otras personas. Tenemos que saberlo para tener visión más amplia y no acabar siendo personas déspotas, reclamando únicamente nuestros propios derechos”, dice Paloma.