‘El don de la invisibilidad’, artículo de opinión en el 8 de marzo

08/marzo/2016 | Noticia

¿Ser las mejores en el trabajo, tener la responsabilidad de mantener la casa y de cuidar a la familia? No queremos ser superwomen, sino el reparto del trabajo (de todos ellos). En las siguientes líneas desarrollamos un artículo de opinión para este 8 de marzo, Día Internacional de las Mujeres:

 

Ya leíamos, y releemos de vez en cuando, en El Principito cómo es eso de que “lo esencial es invisible a los ojos” y la mayoría sabemos bien que en muchas cotidianidades logramos volvernos transparentes, véanse esos momentos tensos que llevan intrínsecos los turnos de espera. Pero ¿qué pasa con aquello que quizá no sea esencial, pero desde luego sí que es absolutamente invisible?

El cuerpo de las mujeres todavía no es propiedad de las propias mujeres, sino que prevalece la visión que existe en el imaginario colectivo del cuerpo de las mujeres como objeto sexual. En este sistema capitalista heteropatriarcal, estas violencias se han naturalizado de tal manera que se han vuelto invisibles para la mayor parte de nuestra sociedad.

En SETEM llevamos un tiempo inmersas en un proceso de reflexión colectiva en el que hemos querido comprobar de qué manera se interrelacionan las violencias machistas con los consumos. Esto es, cómo el sistema capitalista, garante de un modelo de consumo masivo, aumenta la producción y el crecimiento económico empobreciendo países y llevando a la naturaleza a límites insostenibles, al ritmo que crea necesidades y deseos a través del consumo en la sociedad.

Así, a través de encuestas telefónicas realizadas para un reciente estudio, encontramos que a pesar de que tanto mujeres como hombres reconocen el papel de la publicidad en la elección de un determinado producto o servicio, no encontramos a nadie, ¡nadie! que afirme que efectivamente esos roles marcados en la publicidad llevan consigo violencias machistas. Al igual que si bien todas reconocen que la disposición urbana/rural no se corresponde con sus hábitos diarios, ninguna, ¡ninguna! achaca esta situación a algún modelo imperante.

El sistema capitalista encuentra en el sistema heteropatriarcal un aliado para justificar y legitimar desigualdades de género dentro de su estructura. Ambos sistemas, de la mano, mantienen y perpetúan la posición de subordinación de las mujeres haciendo que el trabajo doméstico y de cuidados se realice de forma gratuita, por lo que no se valora, se considera connatural a las mujeres y lleva, por tanto, a no intuirlo como premisa para sustentar el modelo de consumo. Así mismo, los productos cosméticos se dirigen a modelos de belleza estandarizados e imposibles llevando a la cosificación del cuerpo de las mujeres, instándolas a consumir productos o servicios que acerquen su propio cuerpo lo más posible a ese modelo, rechazando la diversidad y a costa de su seguridad y autoestima.

En el caso del espacio urbano y de la movilidad, no solo descubrimos que nuestras calles se han configurado para responder al trabajo productivo (el que el sistema capitalista y heteropatriarcal valora), obviando al reproductivo, sino que las mujeres ven violentadas sus idas y venidas tanto en la reducción del tiempo de ocio por el desplazamiento en su mayoría en un mejorable transporte urbano, como en que son ellas quienes modifican su ruta escapando de lugares oscuros o a consecuencia de agresiones y comentarios que reciben a menudo en la calle.

La celebración del Día Internacional de las Mujeres es un buen momento para denunciar las discriminaciones existentes contra las mujeres y su interiorización por parte de la sociedad, que las asume como algo natural. Pero también es momento de celebrar los logros alcanzados y plantear, desde la mirada de nuevos modelos que den luz a lo invisible, un consumo consciente, responsable y transformador que ponga en marcha mecanismos que frenen las desigualdades y construya una sociedad más justa y equitativa en la que se visibilicen y reconozcan todas las diversidades, en todas sus variantes, y logremos una sociedad y que cuestione los modelos marcados y, al menos, los desnaturalice.

– Estudio: Finanzas y desigualdades de género AQUÍ

– Estudio: ¿Consumimos violencia? Relación entre las violencias machistas y el consumo convencional capitalista AQUÍ