Día de Acción Global por el Clima. 24 de abril

23/Abr/2020 | Noticia

Sin olvidar la gravedad de la crisis sanitaria que estamos viviendo, no queremos dar la espalda a la crisis climática y de biodiversidad que amenaza la vida en la Tierra tal y como la conocemos. Debemos comenzar de nuevo y construir un futuro común desde la justicia climática, económica y social. Porque la salud, los cuidados, y la vida de las personas están por encima de todo.

Hoy, cuando toda la población sufre en carne propia la pandemia del coronavirus y sus consecuencias, se hace patente lo urgente e ineludible que es aunar esfuerzos para, solidariamente, hacer frente a la enfermedad y sus repercusiones sanitarias y sociales. Unas consecuencias que sufren en mayor grado las personas y colectivos más vulnerables, que padecen no solo la crisis sanitaria sino la precarización y el empeoramiento de sus ya poco dignas condiciones de vida.

Aunque hoy la crisis que está dando la cara de un modo más crudo es la sanitaria, la crisis climática sigue siendo una realidad y, pese a estar formalmente declarada como emergencia por el Parlamento Europeo, por el Gobierno español y por otras muchas instituciones, sigue sin ser reconocida como tal por algunos dirigentes, que optan por desoír las indicaciones científicas a través de una inacción culpable.

Si antes de que sean evidentes sus efectos más dramáticos no tenemos un plan, no asignamos medios suficientes, no actuamos con convicción y no seguimos las recomendaciones que nos marca la ciencia… se alcanzará un cambio climático de tal magnitud que haría imposible nuestra adaptación. Sería devastador para la mayoría de los ecosistemas y las sociedades humanas.

Actuar con contundencia hoy frente a la emergencia climática conseguirá que los impactos ambientales y sociales sean mucho menores, aunque gran parte de ellos ya no seremos capaces depaliarlos.

El calentamiento global es consecuencia directa del modelo de producción y consumo que continuamente se demuestra incapaz de satisfacer las necesidades vitales de las personas, precarizándolas y poniendo en situación de vulnerabilidad a gran parte de la población mundial. Un modelo explotador de recursos e insostenible.

Desde el movimiento del Comercio Justo consideramos que es necesario transformar radicalmente nuestra manera de producir y consumir, y sentar de forma contundente las bases para un modelo comercial más justo, que ponga a las personas y al cuidado de la naturaleza en el centro.

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