Agnes Tumaramye es profesora y es caficultora. Produce el café Tierra Madre que comercializa la cooperativa Ankore Coffe Produces Cooperative Union de Uganda a través del Comercio Justo. También es profesora de inglés y de geografía y, como ella misma nos cuenta, madre de cuatro hijos.
Habla perfectamente inglés ya que es una de sus lenguas nacionales, “es el idioma en el que se estudia, ayuda a unificar los conocimientos ya que en Uganda hay más de 40 lenguas diferentes”, señala.
Salió de su país por primera vez para venir a España y contarnos cómo ha cambiado su vida y la de su comunidad desde que comenzaron a cultivar y vender café de Comercio Justo. “Me ha sorprendido llegar a España y que mucha gente a la que le gusta el café nunca haya visto cómo es la planta. Me gusta pensar que la próxima vez que se tomen una taza de café, pensarán en mí”. Charlamos con ella en su visita a Madrid.
¿Cómo empezaste a cultivar café?
Empecé a plantar café al casarme, mi marido y yo veníamos de familias cafetaleras. Al principio teníamos muchos problemas, tanto para cultivar como para vender en el mercado. Entonces nos enteramos de la posibilidad de formar cooperativas para ir de manera conjunta a vender el grano, ya que de otra manera no era rentable.
Los dos formamos una pequeña cooperativa y, tras dos años, a pesar de que en Uganda la mujer no puede ser propietaria de la tierra según la tradición, pusimos mi nombre en el contrato de propiedad de las tierras. A partir de ahí empecé a trabajar duro para aprender todo sobre el cultivo. Si no fuera una mujer trabajadora sería imposible. Yo cuido a mis hijos, cultivo el café y doy clases.
Las mujeres somos las responsables de la calidad del café. Los hombres después de la jornada se van a la ciudad a divertirse, pero las que nos quedamos cuidando las plantaciones y el grano somos las mujeres, cuidamos de que no se estropee con la lluvia o en la estación seca, ya que se trata de un cultivo muy delicado que hay que cuidar mucho desde la recolección hasta el secado.
¿Cuál es el proceso para que este café llegue aquí?
El café es un cultivo perenne que crece durante muchos años en la misma mata, que hay que proteger, abonar… Recogemos el grano durante los meses de julio y agosto y lo ponemos a secar. Cuando el grano ya está seco, la cooperativa pesa los sacos obtenidos y se transportan para su selección. Ankore Coffe Produces Cooperative Union (ACPCU) es la unión de 20 cooperativas de diferentes áreas del país.
La clasificación y selección de los mejores granos es un trabajo que emplea a muchas mujeres. Tras esto, el café ya está listo para empaquetar y llevarlo al mercado y venderlo.
¿Qué papel desempeña el Comercio Justo (CJ) en este proceso?
El CJ ha cambiado por completo el cultivo de café local porque asegura buenos precios, de otra manera el pago a los caficultores es muy bajo y muchos terminan abandonando los cultivos.
Antes, la necesidad de tener algo de dinero en efectivo para las cosas básicas nos obligaba a vender a intermediarios sin escrúpulos, que calculaban a ojo el peso del grano y además lo cosechaban ellos mismos de manera que las plantas quedaban arruinadas para el siguiente año.
Ahora, además de un precio justo, tenemos la seguridad de la compra de un año a otro y recibimos el pago en efectivo cuando recogen el producto, aun antes de venderlo en el mercado. Eso es muy importante para nosotros, para tener dinero para cubrir otras necesidades a lo largo del año. El CJ ofrece pagas extras, por ejemplo, en Navidad, dependiendo del peso vendido esa temporada. Antes el dinero de las ventas no llegaba a final de año, se solía terminar tras el verano. Así que ahora podemos celebrar la Navidad gracias al trabajo de la cooperativa.
Además, el Comercio Justo nos ofrece formación para que la calidad del café sea la mejor y provee material para que no se deteriore ni se ensucie, como por ejemplo, las estructuras que permiten el secado sin que las lluvias ni la suciedad les afecte.
Los fondos de la cooperativa permiten tener dinero para hacer mejoras en la comunidad: construcción de pozos, de colegios, letrinas para los colegios, infraestructuras…
También es importante porque promueve el empleo de mujeres, que están discriminadas en muchos aspectos.
¿Qué otras cosas supone para las mujeres el enfoque de género del café Tierra Madre?
Además de ofrecernos trabajo en igualdad de condiciones que a los hombres, el Comercio Justo – en este caso Oxfam y Triodos Bank- promueve los grupos de ahorro en los que tenemos acceso a microcréditos, especialmente las mujeres. Cuando el pago del café entra, se deposita una parte para que tengamos acceso a él a un interés muy bajo, del 1%, algo impensable en Uganda.
Esto ha mejorado la situación familiar: antes, sólo los hombres podían encargarse de la venta, de negociar los precios, los pesos y coger el dinero, mientras que nosotras recogíamos el grano, lo cuidamos, lo secamos… Así que ellos gastaban el dinero y, cuando se terminaba, había grandes peleas en casa, con violencia, porque las mujeres y los hijos pronto se quedaban sin nada para comprar otros productos de primera necesidad.
Ahora, con el Comercio Justo, las mujeres conocen todo el proceso, hasta la venta, y la gestión del dinero se toma en casa de forma conjunta, muchas veces reinvierten en mejoras para las plantaciones. Esto ha hecho que el producto sea de mejor calidad y ha abierto los ojos a muchos hombres que se dan cuenta que el café que las mujeres cultivan y separan a mano se paga a mejores precios, así que empiezan a respetarnos y darnos más tierras.
Como decía, en Uganda, por tradición, no por ley, las mujeres no tienen derecho a la propiedad de la tierra. El hecho de que mi nombre esté en los papeles de propiedad de la tierra significa que él no tiene derecho a vender sin mi consentimiento. Las cosas están cambiando, yo por ejemplo, por primera vez he salido de Uganda, estoy conociendo muchos lugares y mucha gente.
¿Qué cosas crees que quedan por mejorar?
La educación de las niñas. Hacen falta becas en bachillerato para que las niñas estudien. Si en una familia no hay suficiente dinero son los chicos los que estudian y ellas lo dejan. Así no aprenden nada, ni siquiera se entienden en inglés, y nunca mejoran su situación.
Me encantaría que el trabajo de la cooperativa y el CJ siguiera construyendo escuelas, letrinas, puentes, carreteras… Y que invirtiera en la educación de las niñas. Sin la educación de las niñas, las cosas no pueden cambiar.