El pasado 24 de abril nos reunimos en las calles de Granada para conmemorar los 12 años del derrumbe del edificio Rana Plaza en Bangladesh. Esta tragedia, ocurrida en 2013, marcó un antes y un después en la conciencia global sobre las condiciones de explotación en las que opera gran parte de la industria de la moda. Más de 1.100 personas perdieron la vida y miles más resultaron heridas mientras trabajaban en condiciones inhumanas produciendo ropa para grandes marcas internacionales.
La jornada fue organizada por SETEM Andalucía y la Campaña Ropa Limpia, con la colaboración de @fridaysforfuture.granada. Juntas construimos un espacio de memoria, denuncia y acción, con el objetivo de visibilizar las violencias estructurales que aún hoy se esconden tras las etiquetas de la ropa que vestimos.
A través de una acción de calle, rendimos homenaje a las vidas perdidas y a todas las personas que siguen siendo víctimas de un sistema de producción textil basado en la precariedad laboral, la sobreexplotación de mujeres y la destrucción del medio ambiente. Pusimos el cuerpo, los carteles y las voces en la plaza para recordar que el colapso del Rana Plaza no fue un accidente, sino el resultado previsible de una industria que prioriza el beneficio económico sobre la vida. Denunciando algunas empresas que aún no han firmado el Acuerdo Internacional de Seguridad en la Industria Textil.
Durante la jornada también apostamos por las alternativas. Gracias a @cort_arte pudimos descubrir las posibilidades creativas del upcycling, esa práctica que nos invita a transformar ropa usada en nuevas prendas con valor, estilo y conciencia. En lugar de desechar, reaprovechamos. En lugar de consumir sin medida, repensamos el uso y el ciclo de vida de lo que ya tenemos.
Asimismo, con el impulso de @contrabandagranada, organizamos un espacio de intercambio de ropa donde las personas pudieron traer prendas que ya no usaban y llevarse otras que sí necesitaban. Un gesto sencillo pero poderoso que nos recuerda que vestirnos no tiene por qué implicar explotación ni destrucción ambiental. Frente al modelo de consumo rápido y desechable, proponemos redes comunitarias, economías circulares y decisiones conscientes.
Desde la memoria, construimos acción. Desde la acción, sembramos justicia. Porque cada etiqueta lleva una historia, y muchas veces esa historia está escrita con hilos de sufrimiento. No queremos más tragedias como la del Rana Plaza. Queremos una moda justa, ética y sostenible, donde se respete la dignidad de todas las personas que hacen posible lo que vestimos.
Gracias a todas las personas y colectivos que participaron, acompañaron y sostienen estas luchas cada día. No olvidamos. Nos organizamos. Y seguimos.
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