LUIS GONZÁLEZ LORENTE, BELÉN ARNEDO, ÁLVARO CÍA 26.11.2020 | 01:49 Publicado en Diario De Noticias
No hubo Sanfermines; no hubo fiestas en los pueblos; las reuniones familiares son limitadas; no podemos abrazarnos; besarnos€ todo ha cambiado a causa de esta dichosa covid-19. Pero hay otro virus que se activa todos los noviembres y llega hasta principios de enero, que es el consumismo feroz. Este tiene su santo particular y su fiesta de cumpleaños, que no se cancela, ni se aplaza; más aún, se anuncia y publicita llegando a su 7 de julio el próximo 27 de noviembre. Se llama San Black Friday. Es polémico decirlo, pero es uno de los que más daño hace a nuestra sociedad. Coincidiendo (haciendo coincidir) con este día, se celebra también el Dia sin Compras.
Durante estos duros meses hemos escuchado que esta situación vivida nos debe hacer reflexionar y cambiar hacia algo mejor. Vivimos en sociedad y, como tal, el individuo es responsable de lo que hace para beneficio de la misma. Desde hace años nos hemos dejado inocular este virus por las grandes distribuidoras y transnacionales a través de un marketing perfectamente estudiado y planificado. En el momento actual, ¿quién no es sensible a lo social, ambiental, ecológico o sostenible? Bonitas palabras que nos tocan el corazón y que estas empresas han sabido captar; porque los beneficios de tocar el corazón del ser humano, en su rol de persona consumidora, son traducidos en beneficios económicos, pero no sociales ni medioambientales. Todo ello a costa de quien las produce, que no son otras que personas expuestas a condiciones infrahumanas, insalubres y a salarios de miseria en los países del Sur. Cuando se deslocaliza la producción nacional hacia otros países donde la mano de obra es más barata, se hace por puro beneficio económico, no por la sostenibilidad económica ni el equilibrio ecológico, valores que ahora se venden de forma banal. Todo esto está detrás de este marketing social que blanquea a las empresas más contaminantes y explotadoras. No todo vale. Cuando vivimos en nuestra propia realidad la tragedia del cierre de una empresa por una deslocalización de la producción hacia otra filial, nos damos cuenta de la importancia de muchas pequeñas acciones como persona consumidora. Al comprar un producto también tenemos que mirar el dónde, cómo y en qué condiciones se ha elaborado. La apuesta por el consumo responsable lleva a rebelarnos ante esta situación y ante días como el Black Friday, que son el culmen de estas políticas empresariales agresivas. Es en este día donde la anestesia hace su efecto. Acabamos bombardeados por la publicidad como un huracán del que es difícil salir y, si no compras, perdiste tu ocasión.
No queremos decir que no se consuma, pero que se haga consciente de lo que hay detrás de las etiquetas. El comercio local ya sufrió la embestida de los grandes centros comerciales en su día, y ahora las multinacionales apuestan porque las grandes marcas se acerquen al propio barrio. Sólo un dato: según el diario Expansión, el pasado año 2019 las compañías del Ibex obtuvieron un beneficio neto conjunto de 27.792 millones de euros.
Así pues, exijámonos un poco más. Infórmense, miren lo que hay detrás de la etiqueta y elijan no porque sea más barato, sino porque lo que compren tendrá un beneficio personal y social; bien sea en la producción local, bien en una red como la de Comercio Justo que garantiza unas condiciones humanas, medioambientales y económicas dignas para quien las produce. ¿Por qué no aceptan estas empresas del Ibex cumplir con los principios que promueve el Comercio Justo si se venden tan sociales?
Han sido muchas las familias que han sufrido la pérdida de sus seres más queridos por esta pandemia. Pero si realmente queremos que esto cambie, las víctimas merecen que la sociedad en la que vivieron reaccione a algo mejor. Lo que como personas consumidoras consumamos tendrá repercusión no sólo en los países del Sur, de donde procede la mayor parte de los productos, o en las empresas locales, sino en la forma de crear una sociedad con un comercio más justo y un consumo más responsable, crítico y transformador. Elijamos, pues, como vacuna, un Día Sin Compras para purgar este virus consumista y participemos de las actividades que en este día se organizan.
Los autores pertenecen SETEM, Pueblos Hermanos y Sumaconcausa, respectivamente.